En el siglo IV A.C el filósofo griego Aristóteles especificó en su Poética las partes fundamentales de todo relato. Para este filósofo la narración de cualquier historia debe estar divida en tres partes: Planteamiento, nudo y desenlace.
Cuando se escribe una historia los sucesos han de seguir esta secuencia. Por ello, es necesario presentar hechos principales y hechos secundarios que permiten completar la narración.
A partir de esta estructura básica se pueden ver los elementos fundamentales de la narración. Desde las más simples hasta las mas complejas.
El planteamiento
Por lo general, planteamiento de una narración corresponde con la primera parte cronológica de la historia.
En esta primera parte, el relato presenta al protagonista y las circunstancias que envuelven a los personajes. Suelen contar con dos elementos narrativos: el detonante y el punto de inflexión.
El detonante sería la circunstancia que provoca un cambio en las circunstancias iniciales del protagonista. Mientras que el punto de inflexión es el momento narrativo en el que el protagonista toma una decisión que cambiará por completo su vida.
El nudo
Aquí aparecen los conflictos, los limitaciones y los impedimentos de la historia. Puede tratarse de viaje interior o exterior, lo importante es que el protagonista este ante una situación significativa.
Además, en el nudo se encuentra el conflicto. A veces se trata de un conflicto interno, propio del protagonista (una adicción, un accidente, un trauma, etc.). Pero también puede tratarse de un conflicto hacia un antagonista externo.
El desenlace
Esta tercera parte es donde la narración concluye. Básicamente, es la solución al conflicto expuesto en el planteamiento y ampliado en el nudo. La resolución final del conflicto se ha planteado a lo largo de la narración y puede ser:
Un final cerrado, cuando no hay modo que la historia pueda continuar.
Un final abierto, cuando admite una continuación (nuevos episodios), sin que cambie el sentido de la narración principal.